Desde el descubrimiento de los antibióticos o antimicrobianos en la década de 1940, las bacterias han utilizado su proceso evolutivo para combatir a estos fármacos que, por un lado, han permitido a los seres humanos hacer frente a numerosas infecciones producidas por estos microorganismos, pero cuyo uso también ha contribuido a que la resistencia se haga más persistente e incluso mortal para los enfermos.
Es por eso que, desde el Hospital de Puerto Montt, se refuerza el mensaje para que la comunidad se eduque sobre cuándo y por cuánto tiempo usar antibióticos, y de esta forma, poder ralentizar este ciclo de resistencia que las bacterias han ido desarrollando cada vez más rápido, esperando así, no llegar al punto en que estos tratamientos pierdan su efecto de manera permanente.
“No tenemos una manera de hacer que las bacterias no desarrollen resistencia porque es parte de su mecanismo evolutivo natural, pero el ser humano ha contribuido a que este fenómeno sea más rápido, y lo que tenemos que lograr como sociedad es que la aparición de la resistencia sea mucho más lenta. Ojalá que nunca lleguemos al punto en que ningún antibiótico sea efectivo y para eso se están tomando medidas”, indicó la Dra. María Luisa Rioseco, médico microbiólogo del HPM.
Medidas y prevención
Entre las medidas que se vienen tomando a nivel mundial desde hace varias décadas, se encuentra la educación permanente a las comunidades para evitar la automedicación y para que comprendan que estos fármacos sólo combaten enfermedades producidas por bacterias, además concientizar en evitar la compra de antibióticos en mercados no formales y sin receta médica.
“La gran mayoría de las infecciones que se producen en el ser humano son virales, y para agentes virales los antibióticos no tienen ningún efecto. La gente en general cree que tomando antibióticos se mejorarán, y muchas veces coincide que sí mejoran porque la enfermedad sigue su curso natural y termina, pero de todas maneras presionan por el uso de estos medicamentos. Hoy ya es una realidad que pacientes con infecciones severas y adquieren bacterias resistentes para las que ya no hay alternativas de tratamiento”, señaló la Dra. Rioseco.
El mensaje también va dirigido hacia la comunidad clínica ya que, de acuerdo a la profesional, “los médicos también sobre utilizan los antimicrobianos porque consideran que el paciente puede estar mejor. Sin embargo, siempre hay que tener presente que cuando se administra un antibiótico se está haciendo un daño colateral, y se fomenta la resistencia, por lo tanto, los antimicrobianos deben usarse sólo en aquellas patologías en que se sabe que son infecciones por bacterias y no por virus”.
Para hacer frente a esta situación, el Ministerio de Salud aplica desde el año 2020 en los establecimientos de salud del país el Programa PROA, una serie de acciones, avaladas por la OMS, que permitirían disminuir la resistencia a antibióticos a través de recomendaciones, vigilancia y educación por parte de los funcionarios hacia la comunidad, y poder reforzar así los cambios culturales en cuanto a la utilización indiscriminada de antimicrobianos.
“Estos equipos están conformados por profesionales de laboratorio, infectólogos y químicos farmacéuticos, quienes son muy importantes en controlar el correcto uso de estos fármacos, e implica no permitir que se usen cuando no estén indicados y también regular qué antimicrobianos se usan, ellos están constantemente vigilando que se use el fármaco adecuado para nuestros pacientes”
En el año 2019 fallecieron 5 millones de personas relacionadas a microrganismos resistentes a antimicrobianos y el Programa Nacional de Inglaterra contra la Resistencia de Antimicrobianos estima que esta cifra aumentará al doble al año 2050, por lo que se vuelve urgente que se logre crear conciencia entre la población.